El judaísmo abarca una religión, un pueblo, una nación. Desde que se nace hasta que se muere el judío se rige por principios religiosos monoteístas, éticos y de conducta, con normas que abarcan todos los aspectos de la vida.
Pueblo judío, o los hebreos, o los israelitas, son las tres denominaciones que recibe el pueblo judío como tal.
Pueblo porque tiene un origen común, relatado en la Biblia, una historia compartida desde la antigüedad hasta nuestros días junto con un destino común y una tradición milenaria. El judaísmo es también una nación, cuya conformación se remonta a la antigüedad. Desde entonces, los judíos han poseído una tierra histórica en común: la tierra de Israel, prometida al primer patriarca Abraham en el primer pacto, Génesis XV («... a tus hijos les daré la Tierra de Israel como heredad...»). Este pacto será luego ratificado con los otros patriarcas y con Moisés, líder y legislador, quien conducirá al pueblo, después de la liberación de Egipto, a esa tierra, la tierra de Israel, la tierra prometida, para que el pueblo de Israel desarrolle allí su vida basada en los principios de fe y en la creencia de un solo Dios, creador del cielo y de la Tierra. Estos conceptos forman la identidad judía básica.
Pueblo judío, o los hebreos, o los israelitas, son las tres denominaciones que recibe el pueblo judío como tal.
Pueblo porque tiene un origen común, relatado en la Biblia, una historia compartida desde la antigüedad hasta nuestros días junto con un destino común y una tradición milenaria. El judaísmo es también una nación, cuya conformación se remonta a la antigüedad. Desde entonces, los judíos han poseído una tierra histórica en común: la tierra de Israel, prometida al primer patriarca Abraham en el primer pacto, Génesis XV («... a tus hijos les daré la Tierra de Israel como heredad...»). Este pacto será luego ratificado con los otros patriarcas y con Moisés, líder y legislador, quien conducirá al pueblo, después de la liberación de Egipto, a esa tierra, la tierra de Israel, la tierra prometida, para que el pueblo de Israel desarrolle allí su vida basada en los principios de fe y en la creencia de un solo Dios, creador del cielo y de la Tierra. Estos conceptos forman la identidad judía básica.
PRINCIPIOS RELIGIOSOS FUNDAMENTALES
El judaísmo es una religión monoteísta, basada en la creencia en un solo Dios, omnipresente e intangible. Su existencia se manifiesta a través del mundo, de la creación toda. Creó al mundo como lo relata el primer libro de la Torá, Génesis I (Bereshit). Trascendente, no está limitado por el tiempo. Precedió al mundo, lo creó y dirige con sabiduría los destinos.
El judaísmo es una religión monoteísta, basada en la creencia en un solo Dios, omnipresente e intangible. Su existencia se manifiesta a través del mundo, de la creación toda. Creó al mundo como lo relata el primer libro de la Torá, Génesis I (Bereshit). Trascendente, no está limitado por el tiempo. Precedió al mundo, lo creó y dirige con sabiduría los destinos.
EL HEBREO
La lengua de la Biblia, el hebreo antiguo es la única lengua semítica occidental que ha sobrevivido hasta nuestros cías en su forma moderna; la fenicia y la moabita han desaparecido, y el arameo sólo se mantiene de una manera muy aislada.
El hebreo antiguo ha evolucionado y pasado por muchas fases antes de llegar al hebreo moderno, lengua que se habla esencialmente en Israel, pero también en la diáspora.
El hebreo antiguo que se conoce es el de la primera redacción de la Biblia, y era muy parecido al fenicio, del que adoptó parte de su abecedario. Sus caracteres eran diferentes de los cuadrados, que empezaron a usarse a partir el exilio de Babilonia, en el año 586 a.C.
El hebreo mishnico hace referencia a la lengua en que se escribió la Mishna, pieza maestra del Talmud (la Mishna es el conjunto de comentarios a la Biblia, procedentes de la tradición oral, que consiste en las enseñanzas recogidas por el rabino Yehuda ha-Nasí en la segunda mitad del siglo II, relativas a las leyes sobre las bendiciones y la vida agrícola, las festividades, las leyes familiares y conyugales, el código moral civil, las leyes relativas al Templo de Yerushalaim y las leyes relativas a la pureza y a la purificación ). El hebreo mishnico era la lengua hablada entre el siglo IV a.C. y el II d. C. No presenta ninguna diferencia morfológica con el hebreo bíblico; las variaciones afectan únicamente a la sintaxis y al léxico, El hebreo mishnico se sigue usando en algunas oraciones.
La lengua hebrea conoció durante la Edad Media un período de continuidad, pero hubo que esperar al siglo XVIII para que el hebreo moderno viera la luz, con el nombre de hebreo de la haskala, que fue el movimiento de renovación cultural judío, inspirado en las ideas del Siglo de las Luces. En 1887, el hebreo renació deshaciéndose de la haskala, del preciosismo que lo caracterizaba, manifestándose en abundantes obras escritas, tanto en prensa como literarias, antes de que Eliezer ben Yehuda lo fijara en 1881, redactando un monumental diccionario de la lengua hebrea. Desde entonces, el hebreo ha evolucionado poco y es el que se habla en la actualidad. Solo se le han ido agregando los vocablos nuevos, sobre todo referidos a la tecnología.
El hebreo escrito se ha usado siempre como medio de comunicación entre las diferentes comunidades judías exiliadas o dispersas por el mundo, las cuales tenían que adaptarse al entorno social. Sobre el hebreo hablado recaía el peso del idioma del país de adopción. Así, desde la época mishnica, el hebreo judeo-arameo reemplazó al hebreo tradicional como lengua hablada, tendiendo este último cada vez más a convertirse en una lengua escrita y sagrada.
Tras la destrucción del Templo en el año 70 d.C. y hasta el Siglo XIX el hebreo había desaparecido practicante de Palestina. En cuanto a la diáspora, se hablaban dialectos influenciados por las lenguas de los respectivos países: el yídish o judeoalemán en la Europa septentrional, el sefardí o judeoespañol en el norte de Marruecos, Grecia, Turquía y Yugoslavia y el judeoárabe en los países árabes. Pero siempre se ha escrito con caracteres hebraícos. No fue lengua de uso corriente hasta el siglo XIX.
Como se dijo, la escritura hebraíca cuadrada se remonta al año 536 a.C. Esta se ha utilizado hasta nuestros días. Al igual que otras lenguas semítica, el hebreo se escribe de derecha a izquierda y se lee de atrás hacia adelante.
El abecedario Alef bet, comprende veintidós consonantes y ninguna vocal. Cuatro de las letras - alef, hei, vav y yud - tienen, además de su valor consonántico, uno o dos valores vocálicos. La vocalización se marca por unos signos (puntos o guiones) que se colocan en las consonantes. Los textos sagrados siempre llevan impresas las vocales.
El orden del alfabeto es casi latino. Tiene dos grafías: las letras de imprenta o cuadradas, que se utilizan sobre todo en la impresión y en los textos sagrados, y la cursiva o manuscrita que se utiliza en los demás casos.
La lengua de la Biblia, el hebreo antiguo es la única lengua semítica occidental que ha sobrevivido hasta nuestros cías en su forma moderna; la fenicia y la moabita han desaparecido, y el arameo sólo se mantiene de una manera muy aislada.
El hebreo antiguo ha evolucionado y pasado por muchas fases antes de llegar al hebreo moderno, lengua que se habla esencialmente en Israel, pero también en la diáspora.
El hebreo antiguo que se conoce es el de la primera redacción de la Biblia, y era muy parecido al fenicio, del que adoptó parte de su abecedario. Sus caracteres eran diferentes de los cuadrados, que empezaron a usarse a partir el exilio de Babilonia, en el año 586 a.C.
El hebreo mishnico hace referencia a la lengua en que se escribió la Mishna, pieza maestra del Talmud (la Mishna es el conjunto de comentarios a la Biblia, procedentes de la tradición oral, que consiste en las enseñanzas recogidas por el rabino Yehuda ha-Nasí en la segunda mitad del siglo II, relativas a las leyes sobre las bendiciones y la vida agrícola, las festividades, las leyes familiares y conyugales, el código moral civil, las leyes relativas al Templo de Yerushalaim y las leyes relativas a la pureza y a la purificación ). El hebreo mishnico era la lengua hablada entre el siglo IV a.C. y el II d. C. No presenta ninguna diferencia morfológica con el hebreo bíblico; las variaciones afectan únicamente a la sintaxis y al léxico, El hebreo mishnico se sigue usando en algunas oraciones.
La lengua hebrea conoció durante la Edad Media un período de continuidad, pero hubo que esperar al siglo XVIII para que el hebreo moderno viera la luz, con el nombre de hebreo de la haskala, que fue el movimiento de renovación cultural judío, inspirado en las ideas del Siglo de las Luces. En 1887, el hebreo renació deshaciéndose de la haskala, del preciosismo que lo caracterizaba, manifestándose en abundantes obras escritas, tanto en prensa como literarias, antes de que Eliezer ben Yehuda lo fijara en 1881, redactando un monumental diccionario de la lengua hebrea. Desde entonces, el hebreo ha evolucionado poco y es el que se habla en la actualidad. Solo se le han ido agregando los vocablos nuevos, sobre todo referidos a la tecnología.
El hebreo escrito se ha usado siempre como medio de comunicación entre las diferentes comunidades judías exiliadas o dispersas por el mundo, las cuales tenían que adaptarse al entorno social. Sobre el hebreo hablado recaía el peso del idioma del país de adopción. Así, desde la época mishnica, el hebreo judeo-arameo reemplazó al hebreo tradicional como lengua hablada, tendiendo este último cada vez más a convertirse en una lengua escrita y sagrada.
Tras la destrucción del Templo en el año 70 d.C. y hasta el Siglo XIX el hebreo había desaparecido practicante de Palestina. En cuanto a la diáspora, se hablaban dialectos influenciados por las lenguas de los respectivos países: el yídish o judeoalemán en la Europa septentrional, el sefardí o judeoespañol en el norte de Marruecos, Grecia, Turquía y Yugoslavia y el judeoárabe en los países árabes. Pero siempre se ha escrito con caracteres hebraícos. No fue lengua de uso corriente hasta el siglo XIX.
Como se dijo, la escritura hebraíca cuadrada se remonta al año 536 a.C. Esta se ha utilizado hasta nuestros días. Al igual que otras lenguas semítica, el hebreo se escribe de derecha a izquierda y se lee de atrás hacia adelante.
El abecedario Alef bet, comprende veintidós consonantes y ninguna vocal. Cuatro de las letras - alef, hei, vav y yud - tienen, además de su valor consonántico, uno o dos valores vocálicos. La vocalización se marca por unos signos (puntos o guiones) que se colocan en las consonantes. Los textos sagrados siempre llevan impresas las vocales.
El orden del alfabeto es casi latino. Tiene dos grafías: las letras de imprenta o cuadradas, que se utilizan sobre todo en la impresión y en los textos sagrados, y la cursiva o manuscrita que se utiliza en los demás casos.
shalom
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